domingo, 16 de octubre de 2016

PARIENTE LO COMPRUEBA

El cine es el acto creativo que centra su existir en correr todos los riesgos posibles frente a una cámara, con la ambición de susurrarnos, en la oscuridad de la sala, que es necesario darle otra forma a la realidad, aun cuando nuestros ojos se retiren de la pantalla. Se logra  parecer tanto a la vida, que se puede dar el lujo de no necesitar películas que lo comprueben. Por eso, hablar de cine, o mejor, hacerlo, es pretender vivir de tantas formas posibles que se hace insuficiente haber nacido solo una vez. Pariente, el primer largometraje del santandereano Iván Darío Gaona, aprovecha su relato para impresionarnos con lo insospechable de su creatividad en una producción destinada a extenderse y sobrepasar su propia realidad.

Tomado de elespectador.com 
Luego de apostarle a construir historias locales con  tres de sus cortometrajes previos: Los retratos, El tiple, Completo, el cine del mundo -porque esto ya no sólo es colombiano- ve nacer en Iván Gaona un nuevo autor, de la mano de La banda del carro rojo Producciones. Comprometer su creación inicial con lo propio de su tierra natal, Guepsa, Santander, hace posible compartir la identidad que le atribuyen al séptimo arte quienes se concentran en analizar los géneros cinematográficos, con la identidad y el amor por lo propio que el guionista y director rescata en cada una de sus obras. Pariente se “saca a bailar” durante 115 minutos, el subgénero western con la graciosa sinrazón de la violencia colombiana, dejando claro que en la vida ganar o perder gozan del mismo privilegio cuando somos valientes para atrevernos a amar.

Pariente se adentra en el paralelo que existe entre un triángulo amoroso de un municipio santandereano, con la histórica violencia que las ciudades le adjudicaron al campo colombiano, esta vez bajo el efecto del fenómeno paramilitar. Como en todo triángulo amoroso, lo que ha fallado no es la lealtad sino quizá la comprensión; y, como en la historia de Colombia, la sociedad pretendió serle leal a su nación sin comprender el costo que tendría jugar a ser dios siguiendo los consejos del diablo. En Pariente, los enemigos aprenden a ser sinceros para enfrentar la amenaza de quienes imponen la ley a la fuerza.


Pariente es un nuevo gran logro de la cinematografía colombiana. Desde el deleite que brinda ver a su equipo actoral, mostrado a través de los grandes aciertos de su fotografía y la siempre magnífica intervención musical de Edson Velandia, encontramos una historia emocionante de principio a fin. Sus personajes nos invitan a redescubrir las historias regionales colombianas, y todo el equipo que hizo posible esta producción, vinculados desde hace algunos años a diversos proyectos, son una gran prueba de que la industria audiovisual santandereana ya no solo respira sino que también comenzó a caminar y promete no detenerse.
Tomada de Shock.com

martes, 9 de agosto de 2016

SAUDÓ: LA MALDICIÓN DE ELEGIR EL CINE

Por
Carlos Alberto Campos


Saudó nos atrapa, nos llama y nos seduce con sólo pronunciar su nombre. Nadie sabe dónde queda; ni siquiera sabemos si existe, pero algunas personas, muy pocas, pueden atravesar el límite entre lo que se mira con los ojos y lo que se descubre con el corazón. Esa es la clave para llegar a Saudó. Nosotros sólo entramos a la sala atraídos por Saudó; una palabra que le da vida a la nueva película del director colombiano Jhonny Hendrix Hinestroza.

imagen de
 www.proimagenescolombia.com
Luego de cuatro años desde su último largometraje (Chocó, 2012), este chocoano nacido en Quibdó, sorprende la oscuridad de la sala con una película de terror, que, de repente, se convierte en un impensable tributo a las leyendas; a la piel; al paisaje,  a la música y a la sangre de la raza negra. Un tributo a los espectadores del séptimo arte, que asistimos a las salas en busca de historias habiendo olvidado que son las historias las que nos encuentran a nosotros.

Saudó nos sacude con su sonido, con sus rituales, con su enfrentamiento de sangre y lujuria; con la pasión y el desenfreno del hijo que descubre la vida enfrentando en combate a su propio padre; que sigue el destino de una tierra que se prolonga desde las sentencias de una antigua bruja, que vive al mismo tiempo en el corazón de una abuela y de una madre.

Para llegar a Saudó y salir con vida hay que correr todos los riesgos, en especial los desconocidos: hay que volver a buscar entre lo que se quiere olvidar, y tomar como hábito lo imposible. Una tarea tan loable como hacer una película de terror en un país de valientes y de violentos.


Larga vida al cine de Jhonny Hendryx Hinestroza; a sus raíces y a las nuestras, que desde su mirada se prolongarán tomando por asalto el dominio de las imágenes y del sonido.


viernes, 25 de marzo de 2016

EL SOBORNO DEL CIELO, UNA COMEDIA BASTANTE SERIA



por Carlos Alberto Campos




Cuando se comercia con la fe, como lo hacen muchas religiones, el soborno se vuelve una forma de transacción casi necesaria. Una particular vía  de acceso para  sacrificar en el individuo la dignidad que sustenta su propia felicidad a cambio de la dignidad colectiva; del engrandecimiento del nombre de su raza, y del reconocimiento y la aceptación de sus actos, no solo en la vía pública sino en la interplanetaria (...en el cielo). La religión: obra del hombre que intenta asaltar y politizar la divinidad; que en busca de lo espiritual, lo transcendental y lo desconocido no logra despegar su mirada de aquello del mundo que tanto pretende evitar, es asaltada y puesta al descubierto una vez más frente a la pantalla, en medio de la sala oscura, esta vez con EL SOBORNO DEL CIELO, la más reciente película del veterano director de cine colombiano Lisandro Duque Naranjo.

Se trata del reciente largometraje escrito y dirigido por el cineasta vallecaucano, quien a la fecha de su lanzamiento (2016) cuenta con 73 años de edad y un recorrido por el cine y la televisión nacional con más de una veintena de productos en los que ha participado como guionista, director y montajista, así como asistente y productor asociado, destacando en su filmografía las películas Visa USA (1986), Milagro en Roma (1987), Los niños invisibles (2001) y Los actores del conflicto (2008). EL SOBORNO DEL CIELO es otra de sus producciones exitosas que enriquece la lista de historias muy propias de nuestro país, y que no abandonan la tendencia a conservar esa  auténtica narrativa tan utilizada en momentos anteriores del cine colombiano;  antes de que críticos y cinéfilos comieran el fruto del bien y del mal de la imagen, y vieran  como un pecado del cine nacional, introducir en las películas algunos elementos muy propios de la televisión (no se tiene la fecha exacta de cuando sucedió esto; ¡yo me lavo las manos!)

En EL SOBORNO DEL CIELO veremos reflejados, en medio de súplicas y oraciones, premios y castigos, a tantos personajes que vienen a este mundo y sobre todo a este país a aprender a convivir en una competencia de reglas duras; cargas ideológicas pesadas de llevar, e imposiciones culturales que para algunas personas, como los artistas, terminan convirtiéndose en eso que los impulsa a buscar su propia liberación, no sin antes aprender a conocerse a sí mismos...

Durante noventa minutos, una parte determinante de la idiosincrasia colombiana se reúne en un pueblo del Tolima en la década del 60 para debatir, en medio de altanería y de obediencia, cómo se usurpa lo divino para volverlo terrenal y de paso se aprovecha para violar los derechos civiles que tiene cualquier persona. Encontramos en un joven escritor declarado ateo y su amigo oportunista;  en una hermosa estilista viuda; en un tendero y su familia, la forma de soportar el soborno del cielo de un sacerdote que se niega a impartir los sacramentos hasta que no se cumplan sus exigencias (hay que ver la película para conocerlas). Escuchamos en la voz de  personajes tan distintos entre sí, los motivos por los que visitan la Iglesia y lo que termina representando la religión en sus vidas; todo frente a un sacerdote, quien luego de imponerse a los feligreses los espera  en una iglesia de puertas abiertas pero de sillas vacías. 

Encontramos en una sociedad que no se rebela de forma colectiva, sino a partir de la iniciativa individual, otra manera de sobornar, esta vez, por el contrario, devolviendole el soborno a la iglesia -con tanto éxito por haber sido aprendido de ella misma-, donde al final, por gracia más humana que divina triunfa la tolerancia y la sensatez 


Confieso con el alma que EL SOBORNO DEL CIELO es una comedia muy seria, y si usted aún no la ha visto, arrepiéntase: véala en cines y no cargue con la culpa de perdérsela. No sabemos cuantos años pasarán para ver nuevamente al gran Lisandro Duque en la pantalla




domingo, 13 de marzo de 2016

LA SEMILLA DEL SILENCIO NO GERMINA EN EL CINE



Por Carlos Alberto Campos 

(tomado de empeliculados.co)
Por momentos nuestra percepción se siente engañada al suponer que no entramos al cine a ver una película, sino que una vez más escucharemos el  interminable relato de crímenes que nos han contado los noticieros nacionales desde el día que nacimos. En instantes, el aparente hastío que provocaría volver a hablar de violencia se aliviana al ver y escuchar frente a la gran pantalla una película de considerable calidad técnica, narrativa y sobre todo actoral. Intimidados con una imagen que nos sitúa frente a quienes vulneran la libertad y el derecho a la vida -a la misma distancia de quienes la defienden-, nos terminamos de despojar de  lo que creemos conocer, bajo el asalto de una banda sonora que desde el comienzo de la película nos invita a ser sorprendidos. Es imposible sacar conclusiones prematuras: aunque sepamos de qué se trata todo desde el comienzo; cuando entendimos que la película se mueve en torno a un asesinato, aún nos falta descubrir cómo es que la misma bala alcanzará para llegarle a muchas personas más.




Julieth Restrepo -Lina
(tomado de vanguardia.com)

La semilla del silencio es una película que integra a la perfección el talento de su reparto con la caracterización de los problemas sociales y de orden público que allí se exponen. No solo estamos hablando de "falsos positivos" y de la suerte que pueden correr quienes denuncian estos homicidios, sino también de los casos de protección a las Instituciones y a sus representantes, pasando por alto sus delitos, con un "talento" capaz de volver victimas a los victimarios. Por un lado, vemos el fatal destino de la mujer en el caso de la fiscal María del Rosario Durán (Angie Cepeda), y en el de Lina, la prostituta (Julieth Restrepo): ser utilizadas y desechadas por un mundo que sólo se hace valer con rudeza. Nos encontramos también con el dilema del héroe y el antihéroe en las actuaciones de Andrés Parra y Julián Román: dos hombres entrenados por la misma ley que promueve el derecho a matar para preservar o defender; por la que cada uno transita dando sus pasos en caminos verdaderamente opuestos. Este circulo social que devasta todas las sociedades se complementa con el indigno papel de la justicia y de las autoridades competentes, interpretadas por los actores Jairo Camargo, Christian Tappan y Felipe Botero.

Felipe Cano - director
 (tomado de confidencialcolombia.com)
Tal entramado de conspiraciones hacen parte del primer largometraje de Felipe Cano, luego de exitosas incursiones en la televisión colombiana como director de las series Lady, la vendedora de rosas y El laberinto de Alicia, además de participar en distintos roles de otras producciones. Su guion, escrito por Camilo De la cruz, ganó estímulo del Fondo para el Desarrollo Cinematográfico, logrando buena parte de la financiación, además de tener reconocimientos y ganar respaldo en Cannes, La Habana  y Róterdam
Con una inversión de mil setesientos millones de pesos y un equipo de trabajo de 100 personas, bajo la producción de Chapinero Films, está película le apuesta a interpretar y sugerir cómo se mantiene vigente una guerra desde las oscuras decisiones que se toman en los altos estamentos del poder y cómo parece no existir forma de detenerla antes de ganarse una sentencia de muerte.

Hay que descubrir por qué se asesina, por qué se silencia y por qué al no poder contarle a los demás lo que se sabe, se fundamenta un crimen mayor. Es necesario abrir más las ventanas para que entren las películas que se realizan con la intención de invitar a los colombianos a no evadirse de una realidad que sucede a pocos kilómetros de las salas de cine. No importa el hastío que el tema de la violencia parece ejercer, en especial en quienes no hemos sido victimas de forma directa.

Está película de ritmo particular, avanza y retrocede en el tiempo para mostrarnos de manera progresiva el sistema bélico; político; oficial y judicial de ganarse la vida a costa de la vida de los demás. La semilla del silencio se siembra con balas; balas para eliminar las palabras; balas que se desdibujan con  historias como esta, que saben tocar conciencias con el cine nacional.

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