domingo, 24 de septiembre de 2017

ARMERO SIN INDIFERENCIAS

Por 
Carlos Campos

Años atrás, un reportaje de televisión anticipaba detalles sobre la que sería una de las películas nacionales más esperadas por públicos de diversas edades, quienes de alguna manera conocieron uno de los desastres más grandes que ha soportado Colombia y que tuvo lugar a mediados de los años 80: la tragedia de Armero. El panorama mediático despertó la emoción de quienes vemos en el cine, y en el arte en general, la posibilidad de narrar y redescubrir nuestras propias vivencias, esta vez con una cuota muy particular resumida en dos interrogantes ¿cómo podría llevarse una historia de esta magnitud al cine, y, quien se encargaría de lograrlo?

Armero, la película del director santandereano Cristian Mantilla, se estrenó en las salas de cine luego de una espera trascendental de más o menos 7 años, que implicaron grabaciones en Bucaramanga, no contar con el apoyo del departamento del Tolima; tener que asumir elevados costos para la realización de efectos especiales, y todos los retos que asumió su equipo humano para convertir una conmovedora historia real en una obra audiovisual de 97 minutos de duración.
Christian Mantilla / Director
foto de: www.vanguardia.com
La tragedia donde la erupción del volcán nevado del Ruiz originó una avalancha de lodo que sepultó todo un municipio durante una madrugada de noviembre de 1985, y que ya había sido anunciada por organismos de prevención, es llevada al cine a través de la historia de amor de una pareja de esposos humildes, habitantes de Armero, y narrada a partir de formas clásicas y tradicionales del cine que logran una pronta conexión con el público común.
Da gusto encontrarse en la pantalla con personajes que destacan las características y costumbres de los habitantes de nuestros municipios, en sus expresiones, rasgos físicos y sus labores diarias. Todos liderados por la exótica belleza de la actriz Yuliet Flórez y por el sorprendente regreso de Benjamín Herrera, quien de niño se hizo popular por su personaje de Ramoncito en la serie de televisión "Dejémonos de vainas". En el elenco también participan grandes de la televisión como Aida Morales, Walter Ardila, Alejandro Buenaventura, Nórida Rodríguez y Toto Vega, en muy sentidas interpretaciones de personajes secundarios, varios                                                  de los cuales fueron claves en el desarrollo de la tragedia.

Armero da como resultado inicial un ambicioso proyecto cinematográfico que además de encarnar un homenaje a las víctimas de este fenómeno natural, representa la indiferencia y el equivocado manejo del poder de una clase política que basa sus intereses económicos en la producción agrícola, paradójicamente, desatendiendo las vidas de las personas que la realizan día a día. El cine, como algunas empresas, desarrolla La nobleza del que tiene que aprender a hacer mucho con muy poco; este es el caso de Cristian Mantilla y su película, la cual se posiciona como la más reciente película nacional que le gana en taquilla a producciones hollywodenses durante el fin de semana de su estreno… ¡no se la pierda!




domingo, 27 de agosto de 2017

AMAZONA: A LA NATURALEZA NO SE LE HACEN RECLAMOS...


por Carlos Campos


La aparente fascinación del hombre por la naturaleza se multiplica cada vez que este se aleja de su propio estado natural. Se configura en un espejismo mediado por las superficies que la cultura y la sociedad han colocado sobre sus hombros, provocando una necesidad casi vital de explorar su propio origen y de volver a donde quizá nunca recuerda haber estado. A la naturaleza se le llama madre y, como con cualquier madre, siempre se pretende que destine lo mejor de sí para sus hijos. Pero, aparentemente, este no es el caso de Valerie Meikle, una inglesa de 80 años, radicada en la selva colombiana; madre de 4 hijos, incluyendo a Clare Weiskopf, esta última quien -con su corazón delante de la cámara-, dirige y realiza el documental Amazona como una forma de reencontrar la particular naturaleza de su madre.

Val y Clare
imagen tomada de semana.com
La historia de Valerie -Val- es fácilmente narrada por su hija Clare. Con la grabación de esta película visita a su madre que está en la Amazonía para confrontar frente a sus raíces la llegada de su primer hijo. Esta situación la lleva al límite de querer entender el motivo por el cual su mamá se apartó del mundo renunciando a vivir con el condicionamiento que el instinto y los estereotipos familiares y femeninos le hubieran asignado a cambio de disfrutar de un confort prestado. Sin embargo, la historia de Val, esa que no depende del ni del pasado ni del futuro es contada por ella misma con la vehemencia de una mujer que al igual que la naturaleza no tiene edad sino fuerza de voluntad.

imagen tomada de elpais.com.co
La selva se parece a Val; sus hijos a la ciudad, y en una relación indisoluble, ya sea por compartir el lazo de sangre o por pisar el mismo planeta, nos mostrarán diversas formas de reinterpretar el amor de una madre y de desvalorizar el sacrificio por la familia que siempre se espera que realice incluso sacrificando su propia felicidad. El remordimiento y la culpa no tienen ningún valor en el mundo de Val. Ella tiene la suficiente lucidez para alimentar una serpiente con un par de gatos recién nacidos de su mascota que, seguramente, empujarán a su acompañante felina a un innecesario sacrificio.


Amazona ha recibido hasta el momento 20 reconocimientos en certámenes nacionales e internacionales. Es una invitación a contemplar y discutir cómo la vida se abre paso tornándose como un regalo dado por un desconocido que, según las circunstancias en las que se reciba, indicará el desafío que habrá de asumir aquel a quien le correspondió abrirlo. Son 82 minutos de una técnica de narración que reivindican la emoción que cualquier espectador quiere encontrar frente a la gran pantalla y que el cine documental de cualquier parte del mundo alcanza a lograr cada vez que se aventura a demostrar que la realidad es más inquietante que la ficción. 

imagen tomada de www.ficcifestival.com

martes, 14 de marzo de 2017

LA MUJER DEL ANIMAL - ¿USTED QUÉ HACE VIENDO PELÍCULAS DE ESAS?

Por Carlos Alberto Campos

Doce años atrás, Víctor Gaviria presentaba su tercer largometraje avivando esos atributos negativos que, a juicio de “la mayoría”, su obra le había insuflado al cine colombiano. Pasó más de una década desde que Sumas y restas llevó a las pantallas la cotidianidad de los negocios “torcidos” de Medellín de los años 80; luego de que La vendedora de rosas, a mediados de los años 90, nos había mostrado el porvenir de una niñez sin derechos, seguida de su primera aparición en la gran pantalla con Rodrigo D no futuro y los cantos de una juventud condenada a la muerte prematura. Víctor Gaviria reaparece en 2017 con La mujer del animal, una película que al igual que sus predecesoras desafía  la mirada y los comentarios de ajenos y espectadores, obligándonos a mantener la vista frente a una pantalla que -en el  caso de su cine- no fue diseñada para soñar sino para enseñarnos a reflexionar a partir de un mundo que desconocemos, que nos incomoda y que nos negamos a aceptar.

"Amparo"
(imagen tomada de radionica.rocks)
La mujer del animal está basada en hechos reales y concretos, aunque por momentos uno no pueda creer que sea cierta tanta violencia de género y que una mujer no sea capaz de reaccionar y buscar alguna salida para su martirio. La mujer del animal está protagonizada por actores naturales, aunque uno no termina de asombrarse al ver todo el profesionalismo que consigue Gaviria con habitantes de las comunas de Medellín; actores que encarnan a personajes que parecieran haberlos dotado de vida y no al contrario. Es tal la precisión y el desarrollo consecuente de este drama que uno termina apasionándose con la forma de ser de cada uno de sus protagonistas, tanto de héroes como villanos. La mujer del animal no es sólo una película: es un manifiesto descarnado de lo que le puede pasar a una mujer, de cualquier edad o condición social, en un mundo que la impulsa o la obliga a “ser la mujer de alguien”.

Víctor Gaviria
(imagen de Publimetro.co)
Víctor Gaviria regresa a sus espectadores fortaleciendo el compromiso social de su narrativa que, sin lugar a dudas, generará otro avance para el cine colombiano, justo cuando el mundo ha diversificado sus formas de expresión y el boom mediático pareciera haberse fusionado con la participación. Hoy en día muchas personas pueden reclamar, hacer ruido y exigir que se respeten sus derechos incluso de forma viral y tendenciosa. No obstante seguirá existiendo esa gran cara de la sociedad que no conoce ni de derechos, ni de dignidad, ni de medios y que, en consecuencia, a la misma sociedad no le gusta premiarle con la falsedad de su simpatía, pero que, gracias al cine que hace Víctor Gaviria, tenemos la oportunidad de acercarnos un poco más a ella. Valió la pena esperar su más reciente película.

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