martes, 9 de agosto de 2016

SAUDÓ: LA MALDICIÓN DE ELEGIR EL CINE

Por
Carlos Alberto Campos


Saudó nos atrapa, nos llama y nos seduce con sólo pronunciar su nombre. Nadie sabe dónde queda; ni siquiera sabemos si existe, pero algunas personas, muy pocas, pueden atravesar el límite entre lo que se mira con los ojos y lo que se descubre con el corazón. Esa es la clave para llegar a Saudó. Nosotros sólo entramos a la sala atraídos por Saudó; una palabra que le da vida a la nueva película del director colombiano Jhonny Hendrix Hinestroza.

imagen de
 www.proimagenescolombia.com
Luego de cuatro años desde su último largometraje (Chocó, 2012), este chocoano nacido en Quibdó, sorprende la oscuridad de la sala con una película de terror, que, de repente, se convierte en un impensable tributo a las leyendas; a la piel; al paisaje,  a la música y a la sangre de la raza negra. Un tributo a los espectadores del séptimo arte, que asistimos a las salas en busca de historias habiendo olvidado que son las historias las que nos encuentran a nosotros.

Saudó nos sacude con su sonido, con sus rituales, con su enfrentamiento de sangre y lujuria; con la pasión y el desenfreno del hijo que descubre la vida enfrentando en combate a su propio padre; que sigue el destino de una tierra que se prolonga desde las sentencias de una antigua bruja, que vive al mismo tiempo en el corazón de una abuela y de una madre.

Para llegar a Saudó y salir con vida hay que correr todos los riesgos, en especial los desconocidos: hay que volver a buscar entre lo que se quiere olvidar, y tomar como hábito lo imposible. Una tarea tan loable como hacer una película de terror en un país de valientes y de violentos.


Larga vida al cine de Jhonny Hendryx Hinestroza; a sus raíces y a las nuestras, que desde su mirada se prolongarán tomando por asalto el dominio de las imágenes y del sonido.


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