miércoles, 3 de septiembre de 2014

LO QUE MATEO LE ENSEÑA AL CINE COLOMBIANO

LO QUE MATEO LE ENSEÑA AL CINE COLOMBIANO

Por
Carlos Alberto Campos Tapias

Aunque todavía tiene vigencia por estas tierras la discusión sobre la verdadera función, o mejor, la discusión sobre la  utilidad del relato cinematográfico, se comenta  en algunas aulas que al cine  le es posible educar, y es claro que en muchos casos lo intenta; mientras que a la vuelta de la esquina gritan con total seguridad que el cine es solo un asunto de entretenimiento. Sea cual sea la mejor oferta que la discusión nos plantee, a la sala de cine nos acercamos con el  tiquete en la mano, buscando por lo menos  una cosa concreta: que la película nos entretenga. Sin embargo, también vamos como observadores conscientes: entramos a la sala tentados a encontrar algo  que nos cuente con sus palabras, y no con las nuestras, eso que desconocemos de la vida. Asistimos a la función corriendo el riesgo que queremos correr: desafiar una pieza de arte audiovisual a que nos rete a descubrir alguna forma diferente de asumir la vida.

Mateo es el primer largometraje de la directora María Gamboa. Es una película que se ofrece como una experiencia digna de ser vista. Esto es algo que va más allá de la campaña de mercadeo que se genere para promocionar una obra, y que considero, sólo es posible  cuando la misma tiene un mensaje claro. En el caso de Mateo el mensaje es claro y urgente de ser compartido. Esta es una película colombiana pensada para el público colombiano; una verdadera experiencia, pocas veces lograda en las salas de cine comercial: saber conjugar múltiples funciones del relato cinematográfico: difundir el mensaje de que es posible una educación diferente, mientras somos testigos frente a la pantalla de un completo drama -como el que vivimos en la sociedad colombiana-. Experiencias que se desarrollan en medio de un relato, sin duda, entretenido de principio a fin.

Mateo es la vida de un adolescente y al mismo tiempo la de una sociedad que está aprendiendo a descubrirse. A Abrirse paso en un mundo que por tradición parece invitar a  pasar por encima de lo que sea y a 'eliminar' cualquier obstáculo sin importar a quien pueda afectar. Un mundo difícil donde la principal premisa  es vivir de acuerdo al facilismo. Precisamente la película nos propone todo lo contrario cuando nos presenta a un joven a quien el destino, ese  destino que acostumbramos culpar, le tiene reservada la violencia como modo de vida; pero también le queda otro destino: ese que cada uno de nosotros sabe que puede construir y que solo tiene lugar cuando somos capaces de tomar decisiones siguiendo el consejo de nuestro corazón. Mateo sin saberlo se convertirá en actor, y con ello aprenderá a vivir su propia realidad. Es impactante ver cómo el talento logra imponerse sin mayores pretensiones que la de ser lo que somos.

Esta  película logra ser lo que es, contando con la participación de Un grupo de teatro; varios actores no profesionales y una cámara que tiene toda la intención de destacar el espíritu humano, en medio de movimientos constantes entre un hecho y otro. Un sacerdote que sabe trabajar con realidades, y que lo que le enseña a los jóvenes resulta ser más práctico que cualquier sermón dominical. Un grupo de violentos quienes al final tendrán que aprender a  soportar que sus víctimas no les temen más.

Quienes visitamos las salas de cine para ver a Mateo, con la expectativa de reconocer y apoyar la ópera prima de una nueva directora nacional, y con el interés de disfrutar una obra rodada en una locación tan cercana a la nuestra, y de apreciar la participación de algunos compañeros de nuestra etapa de formación académica, salimos del cine con los ojos muy abiertos, gracias a una experiencia que iluminó nuestros corazones. Su relato, su tratamiento, la calidad (y la calidez) de sus actores, todo el notorio trabajo de su equipo de producción; toda esa sensibilidad explorada y retratada en un lenguaje sencillo y directo, muy cercano al espectador, son de las muchas cosas más que me permito aplaudir, dejando claro que Mateo ha construido un lugar privilegiado en el mundo y en el, a veces tan cuestionado, cine colombiano.

domingo, 24 de agosto de 2014

HACER CINE COMO UN DEMENTAL

HACER CINE COMO UN DEMENTAL

Por: Carlos Alberto Campos Tapias


En Colombia se ha vuelto común hablar de cine por estos días. También sobre él se escribe; se menciona cuando de festivales nacionales e internacionales se trata y se toma con encanto la noticia de otra película colombiana que recibe galardones en latitudes donde creemos que el cine se aprecia de manera diferente. Esto último se ha convertido en algo que refuerza la tradición que bien mantenemos viva en nuestro país de que "nadie es profeta en su propia tierra", pero también esto último se condiciona cuando suceden cosas tan extrañas en la cartelera de cine nacional, como lo sucedido durante este  fin de semana , cuando se conoció que la película Demental del joven director colombiano, David Bohorquez, se queda en cartelera por lo menos una semana más y este sólo es el caso de la ciudad de Bucaramanga.

Demental es una historia sencilla, que a pesar de utilizar situaciones y  lugares comunes con los que el cine norteamericano de terror ha adoctrinado las mentes consumidoras de séptimo arte en el mundo entero, tiene más de un componente que la hace única, grande y contradictoriamente innovadora. Puede que se trate de un asunto estético y/o narrativo; puede que la situación sea más sencilla de lo que se cree, y que se trate de una película que propone con claridad algo que va a pasar y que rápidamente da pistas de que la situación se resolverá y se va a conocer gracias a la misma película -fórmula bien conocida dentro del cine comercial- o como se le quiera llamar. Pero no, lo de Demental es uno de esos casos en los que la cinematografía de un país es testigo del parto de un nuevo narrador, de un estilo propio, de un nuevo director y por qué no, de lo que podría ser un "nuevo" código para el cine nacional.

Pero en medio de tanta repetición ¿qué podría ser lo nuevo? Demental es una película de resultados: realizada por un director  que no necesita experimentar toda la historia del cine para buscarse un lugar en el pedestal del "cine arte" o del "cine de autor" y sin embargo, logra aprovechar su vida y su talento para hacer lo que le gusta: hacer cine. Cine de ese que se puede hacer con treinta millones de pesos, que se puede grabar en 7 días y en el que, cuando el espectador se queda hasta el final de la película, encuentra con emoción al leer  los créditos, más de una vez el nombre del director en distintos roles de producción, así como a otras personas del  equipo en la misma situación. Este sentimiento se maximiza cuando se descubre además que varias de las personas del equipo de realización llevan su mismo apellido. Esta película es un desafío de alguien que le apostó no sólo a saber,  a estudiar o escribir sobre cine; este es el desafío de alguien (de muchos) que se propusieron a llevar desde su imaginación hasta la pantalla, una película a la cartelera nacional, y es más que claro que lo lograron.

Demental continuará en cartelera una semana más y puede que logre una tercera. Hay que aprender a impresionarse y a saber porqué, cuando se tiene una obra de estas características en un cine cerca de casa. Por mi parte la encuentro fascinante y me quedo en la sala luego de saber, en pocos minutos, que es lo que va a pasar en la historia y también saber con casi total seguridad como pasaron las cosas. Pero algo me dice que estamos frente a una obra de un director arriesgado que nos quiere mostrar que las cosas no siempre son como parecen, ni siquiera en este cine que  algunos descartan porque  parecería estar diseñado sólo para entretener. Nada es como parece en Demental.

Demental se convierte de alguna manera en una lección para quienes reclaman historias diferentes en el cine colombiano, y al mismo tiempo en una lección para quienes impedidos por los prejuicios, no se atreven a proponer, haciendo ver como nuevo en nuestro país lo que sólo le permitimos hacer a los norteamericanos.
Su musicalización está hecha con la misma pasión que la parte visual y con tanta (ir)responsabilidad, que en algunos momentos me hacía recordar algunas cintas de Ospina y Mayolo y hasta del 'Loco Pinilla'.

Los invito a disfrutar de la segunda semana en cartelera de Demental, por mi parte esperaré la segunda película de David Bohorquez, así como espero una nueva  película de los hermanos Orozco.




martes, 5 de agosto de 2014

                                                            SIN "TIERRA EN LA LENGUA"


                                                              Por: Carlos Alberto Campos


Con palabras tomadas de sus propias vivencias, el cineasta colombiano, Rubén Mendoza, manifestaba al periódico El Espectador de donde viene el título de su más reciente película 'Tierra en la lengua': "Esa sensación me parece un fastidio del que hay que desprenderse", y lo decía recordando aquellos años de su infancia, cuando en el Casanare, acompañado por sus abuelos, era testigo de la impotencia y el dolor de los becerros que ayudaba a sujetar, para que un herrero marcara sus pieles con un hierro ardiente; los animales sacaban la lengua y la arrastraban por la tierra seca.

Y es que, si de vivencias se trata, para el director de 'La cerca' y de 'La sociedad del semáforo', fue fundamental la experiencia de su niñez en las bravas tierras del llano, lugar  donde toma forma este nuevo relato y sobre el cual considero, se trata de  una historia que  no valdría  la pena desfigurar con palabras; mucho menos con las de un cinéfilo. Por esto la única forma "legal" de entender esta saga es disfrutándola directamente de la pantalla.

Sin embargo, es para mi necesario aclarar que 'Tierra en la lengua' puede traer a la memoria de los menos jóvenes, esa sensación de temor y autoridad que los abuelos suelen (o solían) inspirar. En la película, casi como en la vida misma, ese temor y autoridad que infundieron algunos, y que para fines prácticos, nuestros padres nos acostumbraron a llamarle respeto, se complementan con la máxima expresión de ternura que acostumbran tener los ancianos al mismo tiempo. Esto lo sabemos todos los que somos o hemos sido nietos de alguien.

Esto es tan claro en 'don Silvio', el protagonista de la película, quien es el abuelo que ha vivido tanto que ya ni la muerte le asusta. Él es un vivo representante de la cultura patriarcal y machista que tanto sobresale en estas latitudes,  que en el caso concreto de Colombia, se acabó de formar en la escuela de la "época de la violencia" Son tantas las cosas que don Silvio ha hecho en la vida, que ahora tiene que dedicarse a las que va a hacer en la muerte. Por eso cree contar con sus nietos, los únicos que habrían de tener el talento para asistirlo con su intención de partir por su propia cuenta y que para lograrlo recurrirá a la tierna expresión del chantaje.


Pero sus nietos tienen su propio talento, tanto como para hacer un homenaje al "combatiente revolucionario armado" que se empeña en manchar con sangre los designios de la historia. El nieto de 'don Silvio' interpreta una canción frente a unos subversivos que visitan a su abuelo para extorsionarlo, y con el más sentido de los respetos por la causa, los invita mejor a ocuparse de los placeres del amor y de la carne: una forma distinta de ver la guerra. Estos muchachos no se parecen mucho a su abuelo, pues aunque para él, con un poco de sinceridad serían unos "buenos para nada", para quienes estamos al margen de justificar los comportamientos violentos, ellos son la diferencia;                                                                                         además, son unos "artistas".


Tierra en la lengua es una historia que marca la diferencia. Es el principio del fin, pienso. Es una forma de anticipar lo que ha de ser el último capítulo en la vida de aquellos que se creyeron dignos de heredar una guerra. Una guerra que se extiende desde los rincones más incomprensibles de la política, la economía o la religión, hasta las mas entrañables situaciones familiares donde era un "deber" golpear a la mujer o a los hijos.

Puede que la violencia no termine nunca y que, como dicen por ahí, siempre haya existido. Pero la vida de 'don Silvio' termina de la misma forma en la que adquirió su sentido. Eso sí, con todo el absurdo del mundo que puede tener empuñar un arma. Mientras tanto, sus nietos y algunos otros  talentosos "desocupados", grandes e incapaces jóvenes artistas, quedan en la tierra sin la menor intención de derramar más sangre y sin siquiera saber que será de sus vidas. Afortunadamente.

jueves, 3 de abril de 2014

Realizadores Santandereanos

 El 1° de Abril en el auditorio fundadores Nación Audiovisual compartió con los asistentes el trabajo de tres  realizadores Santandereanos.

"Bucarmanga a milimetros" de Frank Rodriguez
"Pienta" de Mario Mantilla
"La lluvia" de Mario Niño








viernes, 21 de marzo de 2014

Un país entre los recortes de 'Un Tigre de Papel' (sesión 25 de marzo)





El 25 de marzo los asistentes a  Nación audiovisual fueron testigos de la historia de la cultura y la política Colombiana de los últimos 40 años, por medio de la lente de LUIS OSPINA, con su documental "Un Tigre de Papel". 

Aquí un breve comentario




Un país de recortes en 'Un Tigre de Papel'

por: Carlos Alberto Campos Tapias


Pedro Manrique Figueroa caminaba por una calle cualquiera de Bogotá en tiempos en los que según cuentan, las juventudes participaban (años 60 y 70) con iniciativa propia ( o imitada), en todo cuanto los pusiera al tanto de los designios sociales, políticos y culturales de Colombia. Pero, tratándose de juventudes, participar era, en el mejor de los casos, expresar: expresar y rebelarse contra todo lo que les pudiera vulnerar la libertad y al mismo tiempo la esclavitud de haber nacido en un país tercermundista y colapsado como Colombia.

Pero en verdad, haber nacido en Colombia, era una ventaja para Pedro Manrique Figueroa y no solo para el; también lo era para tanto activista, poeta, teatrero, hippie y uno que otro libre pensador que por entonces dedicaba su existencia a exigirle a la sociedad que cambiara por el.

Y es que para este artista, introductor de la técnica del collage en el país, tener que vérselas con una realidad tan deforme y al mismo tiempo tan confortable para muchos (pues desde siempre ha existido el clientelismo político), era a lo mejor el motivo y la fuente de inspiración para desarrollar un arte y una vida hecha de recortes. Pedro Manrique Figueroa, a quien conocimos gracias al gran cineasta caleño, Luis Ospina (director, guionista, fotógrafo, documentalista....y cualquier cantidad de Manriquez Figueroas que quepan en la mentalidad de un colombiano de su época),se termina convirtiendo en el pretexto mejor elaborado para encarar durante casi dos horas esa parte de la historia colombiana que se inicia desde cuando la desigualdad se convertía en norma y la libertad se vestía de enemigo. Nada diferente de la Colombia de  nuestro tiempo. ¿o si?.


Puede parecer muy distinta la Colombia de 'Un tigre de papel', a la de ahora, como puede tenerse la impresión de que repetimos la historia; pero es en ese preciso momento en el que surge el documental, y solo el tiene la capacidad (y le concedemos la autoridad) de develar lo que sucede cuando a un artista le da por nacer en un país como Colombia (a ud le puede pasar como a mí: al revés. Siendo colombiano le da por volverse artista).

Ese país que algunos guardan en la memoria; y otros, por el contrario, en el corazón, es el que se apodera de la pantalla y se roba nuestra atención para luego pretender empeñarla y ver cuanto le pueden dar por un pedazo de Colombia. Eso si, de seguro le daremos algo, porque la nostalgia que despierta el falso documental de Ospina y la remembranza que seguiremos haciendo de Pedro Manrique Figueroa, un personaje ficticio de la realidad nacional, es capaz de llegar donde ninguna lección aprendida en las aulas de clase nos puede hacer llegar, si se trata de compararlo con esa "historia de verdades" que nos aprendemos sobre nuestro país, y que nos obstinamos en creer.

Basta ver  'Un Tigre de Papel' y dejar que quienes estuvieron tan cerca de Manrique Figueroa, se refieran a él como a "ese amigo al que le pasó algo...", que todos tenemos. Pero vaya amigos los que tuvo el artista del collage: Carlos Mayolo, Arturo Alape, Jaime Osorio, Jotamario Arbeláez, Vicky Hernandez y muchos más que se nos confunden y que también lo conocieron y que aprovecharon la lente de Luis Ospina para desquitarse contándole a las nuevas generaciones; y a las de los  sobrevivientes, el principio y el fin de nuestros sueños de identidad. Ese discurso revolucionario que se trasnocha y que camina por las plazas convencido que todavía hay gente que las habita. Ese discurso que se convierte en un mensaje transportado por un cuerpo que hace rato no conoce ni el  agua ni el jabón; ni el buen vestir, ni el buen vivir. Solo que  se es un artista por decisión propia y que su país de origen es la quinta república.

Vaya amigos los de ese Pedro Manrique Figueroa. Todos aprovechando su ausencia para poder contar sus anécdotas vistiendo de vergüenza a otro. Todos valiéndose de una mentira para poder contarnos algo que nos conviene saber de nuestro país, mas que cualquier verdad. Todos artistas nacidos en Colombia.




sábado, 15 de marzo de 2014

¿CUÁL ES LA ESTRATEGIA DEL CARACOL? (sesión 18 marzo)


El pasado 18 de marzo de 2014, con la compañía de más de 20 colombianos, proyectamos con todo orgullo La estrategia del caracol, una película que siempre vale la pena volver a ver y de la que seguimos hablando luego de más de 20 años de su estreno; no está de más.

Esta fue la ocasión ideal para compartir con nuestros asistentes la obra maestra del colombiano Sergio Cabrera, justo un día antes del estreno de  su más reciente producción para televisión en  uno de los canales privados del país (Dr. Mata).

Luego de una breve exposición donde sembramos el interés en conocer su filmografía, y señalando algunos antecedentes de su etapa de formación intelectual, tuvimos la fortuna de compartir el entusiasmo que nos proporcionó la pantalla, con casi dos horas de una historia llena de verdades colombianas; llena de historias colombianas, que reconocimos cada vez que emergía un personaje.

 A medida que avanzamos descubriendo el cine colombiano, me pregunto y me respondo con satisfacción ¿qué es lo que tienen esas películas que se han vuelto únicas en la historia del cine nacional? ¿Cuál es la estrategia del caracol?, para ser más concretos.

Una producción que sale a la luz como las últimas promovidas por FOCINE y que pese a esto, también se enfrentó a todas las desventuras económicas a las que se puede exponer alguien que alimente la idea de hacer una película. Desventuras que terminan a medida que la película avanza en su producción, porque es y será mayor la satisfacción que una obra de este calibre le entregará a la humanidad; y es esa humanidad la que mantendrá viva la historia mientras exista pasión y memoria.

Esa misma humanidad que se ve reflejada dentro y fuera del inquilinato en el que se desarrolla la película y que las más grandes estrellas de la televisión colombiana tuvieron la oportunidad de personificar. Nada fue coincidencia para lograr el éxito de la película; actores de una época en que la grandeza se conseguía con el talento puesto en escena, más que con escándalos o vanalidades en los medios digitales: Frank Ramírez, Vicky Hernandez, Edgardo Román, Fausto Cabrera, Florina Lemaitre, Ulises Colmenares, Humberto Dorado, Victor Mallarino, Salvatore Basile, y muchos más que no alcanzo a  mencionar en esta lista.

Estos actores que pasaban magistralmente de la pantalla chica a la gran pantalla, le dieron vida a esta anti parodia de la sociedad. Digo anti parodia porque encontramos en la obra la manera más literal de retratar la lucha que se desata de las desigualdades sociales, frente a un Estado que parece un simple espectador de cualquier evento; desentendido y desinformado. Pero la gente, esa que se agrupa, se reúne, comparte y se puede poner de acuerdo, logra ir más allá que cualquier estado deforme, por no volver a decir desinformado. Esa es la gente que le entrega el inquilinato o mejor dicho la casa pintada a los que manejan las firmas, los apellidos y los billetes; quienes se quedan mirando con el asombro de no saber cómo pueden los pobres ser los dueños de un invento que no pudieron anticipar.

Con una atmósfera lograda con la fotografía de Carlos Congote (Congofilms), que se parece bastante a la atmósfera de la televisión, por el realismo y la sencillez narrativa de la iluminación, asistimos a una obra considerada por el mismo Sergio Cabrera como realismo mágico; una expresión que, en una de la muchas entrevistas que ha brindado, explica diciendo que lo que sucede en la estrategia del caracol, es decir, llevarse un inquilinato pieza por pieza, por medio de una grúa a otro lugar, es imposible en la realidad. Sin embargo, en el cine colombiano, lo que parece inverosímil se trabaja con tal minuciosidad para que pueda mostrarse, entenderse y volverse creíble para los espectadores, algo muy propio del cine latinoamericano en general.

Y es que todo está muy bien preparado en esta historia que reivindica la dignidad y las necesidades básicas de cualquier persona. La integridad, la vida y la familia son defendidas hasta el final. Llama a mi atención esa parte en la que Jacinto (el abuelo español, interpretado por Fausto Cabrera), le explica a Arquímedes (Ulises Colmenares) cómo reaccionar al momento de la explosión que tendrá lugar al abandonar definitivamente la casa, gracias a las cargas de dinamita que han instalado. Este detalle colma de realismo la escena y muestra la responsabilidad de hacer creíble una historia escrita para un público que puede entender las realidades del país; un público respetado. Algo que conoce muy bien el cine latinoamericano y en lo que le llevará ventaja de por vida al modelo hollywoodense.

Luego de 114 minutos y ante la aparición de los créditos en pantalla, un aplauso de los asistentes a la cuarta sesión de Nación Audiovisual, parece confirmar que existe algo llamado “cine colombiano” y nos da la motivación para seguir descubriéndolo.

Asistentes de la cuarta Sesión de Nación Audiovisual:  "La estrategia del Caracol"




Sesiones Realizadas en Nacion Audiovisual 2014











jueves, 20 de febrero de 2014

¡DAMOS LA BIENVENIDA A ESTE LUGAR, EN EL QUE VOLVEMOS LA VISTA A LA PRODUCCION AUDIOVISUAL EN NUESTRO PAIS, BRINDANDO LA POSIBILIDAD DE AMPLIAR, COMPARTIR, SUGERIR Y  REFERENCIAR  EL PANORAMA DE LA REALIZACION NACIONAL  ESPECIALMENTE EN EL CINE Y EL VIDEO TANTO EN PROFESIONALES COMO EN AFICIONADOS, EMPIRICOS Y AUTODIDACTAS Y A TODOS AQUELLOS QUE COMPARTAN ESTA PASION Y SE SIENTAN COMPROMETIDOS A APORTAR AL CRECIMIENTO DE ESTA MAGNIFICA EXPRESION DE LA QUE HOY DIA EL MUNDO ENTERO ES TESTIGO : EL CINE COLOMBIANO !

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