domingo, 24 de agosto de 2014

HACER CINE COMO UN DEMENTAL

HACER CINE COMO UN DEMENTAL

Por: Carlos Alberto Campos Tapias


En Colombia se ha vuelto común hablar de cine por estos días. También sobre él se escribe; se menciona cuando de festivales nacionales e internacionales se trata y se toma con encanto la noticia de otra película colombiana que recibe galardones en latitudes donde creemos que el cine se aprecia de manera diferente. Esto último se ha convertido en algo que refuerza la tradición que bien mantenemos viva en nuestro país de que "nadie es profeta en su propia tierra", pero también esto último se condiciona cuando suceden cosas tan extrañas en la cartelera de cine nacional, como lo sucedido durante este  fin de semana , cuando se conoció que la película Demental del joven director colombiano, David Bohorquez, se queda en cartelera por lo menos una semana más y este sólo es el caso de la ciudad de Bucaramanga.

Demental es una historia sencilla, que a pesar de utilizar situaciones y  lugares comunes con los que el cine norteamericano de terror ha adoctrinado las mentes consumidoras de séptimo arte en el mundo entero, tiene más de un componente que la hace única, grande y contradictoriamente innovadora. Puede que se trate de un asunto estético y/o narrativo; puede que la situación sea más sencilla de lo que se cree, y que se trate de una película que propone con claridad algo que va a pasar y que rápidamente da pistas de que la situación se resolverá y se va a conocer gracias a la misma película -fórmula bien conocida dentro del cine comercial- o como se le quiera llamar. Pero no, lo de Demental es uno de esos casos en los que la cinematografía de un país es testigo del parto de un nuevo narrador, de un estilo propio, de un nuevo director y por qué no, de lo que podría ser un "nuevo" código para el cine nacional.

Pero en medio de tanta repetición ¿qué podría ser lo nuevo? Demental es una película de resultados: realizada por un director  que no necesita experimentar toda la historia del cine para buscarse un lugar en el pedestal del "cine arte" o del "cine de autor" y sin embargo, logra aprovechar su vida y su talento para hacer lo que le gusta: hacer cine. Cine de ese que se puede hacer con treinta millones de pesos, que se puede grabar en 7 días y en el que, cuando el espectador se queda hasta el final de la película, encuentra con emoción al leer  los créditos, más de una vez el nombre del director en distintos roles de producción, así como a otras personas del  equipo en la misma situación. Este sentimiento se maximiza cuando se descubre además que varias de las personas del equipo de realización llevan su mismo apellido. Esta película es un desafío de alguien que le apostó no sólo a saber,  a estudiar o escribir sobre cine; este es el desafío de alguien (de muchos) que se propusieron a llevar desde su imaginación hasta la pantalla, una película a la cartelera nacional, y es más que claro que lo lograron.

Demental continuará en cartelera una semana más y puede que logre una tercera. Hay que aprender a impresionarse y a saber porqué, cuando se tiene una obra de estas características en un cine cerca de casa. Por mi parte la encuentro fascinante y me quedo en la sala luego de saber, en pocos minutos, que es lo que va a pasar en la historia y también saber con casi total seguridad como pasaron las cosas. Pero algo me dice que estamos frente a una obra de un director arriesgado que nos quiere mostrar que las cosas no siempre son como parecen, ni siquiera en este cine que  algunos descartan porque  parecería estar diseñado sólo para entretener. Nada es como parece en Demental.

Demental se convierte de alguna manera en una lección para quienes reclaman historias diferentes en el cine colombiano, y al mismo tiempo en una lección para quienes impedidos por los prejuicios, no se atreven a proponer, haciendo ver como nuevo en nuestro país lo que sólo le permitimos hacer a los norteamericanos.
Su musicalización está hecha con la misma pasión que la parte visual y con tanta (ir)responsabilidad, que en algunos momentos me hacía recordar algunas cintas de Ospina y Mayolo y hasta del 'Loco Pinilla'.

Los invito a disfrutar de la segunda semana en cartelera de Demental, por mi parte esperaré la segunda película de David Bohorquez, así como espero una nueva  película de los hermanos Orozco.




martes, 5 de agosto de 2014

                                                            SIN "TIERRA EN LA LENGUA"


                                                              Por: Carlos Alberto Campos


Con palabras tomadas de sus propias vivencias, el cineasta colombiano, Rubén Mendoza, manifestaba al periódico El Espectador de donde viene el título de su más reciente película 'Tierra en la lengua': "Esa sensación me parece un fastidio del que hay que desprenderse", y lo decía recordando aquellos años de su infancia, cuando en el Casanare, acompañado por sus abuelos, era testigo de la impotencia y el dolor de los becerros que ayudaba a sujetar, para que un herrero marcara sus pieles con un hierro ardiente; los animales sacaban la lengua y la arrastraban por la tierra seca.

Y es que, si de vivencias se trata, para el director de 'La cerca' y de 'La sociedad del semáforo', fue fundamental la experiencia de su niñez en las bravas tierras del llano, lugar  donde toma forma este nuevo relato y sobre el cual considero, se trata de  una historia que  no valdría  la pena desfigurar con palabras; mucho menos con las de un cinéfilo. Por esto la única forma "legal" de entender esta saga es disfrutándola directamente de la pantalla.

Sin embargo, es para mi necesario aclarar que 'Tierra en la lengua' puede traer a la memoria de los menos jóvenes, esa sensación de temor y autoridad que los abuelos suelen (o solían) inspirar. En la película, casi como en la vida misma, ese temor y autoridad que infundieron algunos, y que para fines prácticos, nuestros padres nos acostumbraron a llamarle respeto, se complementan con la máxima expresión de ternura que acostumbran tener los ancianos al mismo tiempo. Esto lo sabemos todos los que somos o hemos sido nietos de alguien.

Esto es tan claro en 'don Silvio', el protagonista de la película, quien es el abuelo que ha vivido tanto que ya ni la muerte le asusta. Él es un vivo representante de la cultura patriarcal y machista que tanto sobresale en estas latitudes,  que en el caso concreto de Colombia, se acabó de formar en la escuela de la "época de la violencia" Son tantas las cosas que don Silvio ha hecho en la vida, que ahora tiene que dedicarse a las que va a hacer en la muerte. Por eso cree contar con sus nietos, los únicos que habrían de tener el talento para asistirlo con su intención de partir por su propia cuenta y que para lograrlo recurrirá a la tierna expresión del chantaje.


Pero sus nietos tienen su propio talento, tanto como para hacer un homenaje al "combatiente revolucionario armado" que se empeña en manchar con sangre los designios de la historia. El nieto de 'don Silvio' interpreta una canción frente a unos subversivos que visitan a su abuelo para extorsionarlo, y con el más sentido de los respetos por la causa, los invita mejor a ocuparse de los placeres del amor y de la carne: una forma distinta de ver la guerra. Estos muchachos no se parecen mucho a su abuelo, pues aunque para él, con un poco de sinceridad serían unos "buenos para nada", para quienes estamos al margen de justificar los comportamientos violentos, ellos son la diferencia;                                                                                         además, son unos "artistas".


Tierra en la lengua es una historia que marca la diferencia. Es el principio del fin, pienso. Es una forma de anticipar lo que ha de ser el último capítulo en la vida de aquellos que se creyeron dignos de heredar una guerra. Una guerra que se extiende desde los rincones más incomprensibles de la política, la economía o la religión, hasta las mas entrañables situaciones familiares donde era un "deber" golpear a la mujer o a los hijos.

Puede que la violencia no termine nunca y que, como dicen por ahí, siempre haya existido. Pero la vida de 'don Silvio' termina de la misma forma en la que adquirió su sentido. Eso sí, con todo el absurdo del mundo que puede tener empuñar un arma. Mientras tanto, sus nietos y algunos otros  talentosos "desocupados", grandes e incapaces jóvenes artistas, quedan en la tierra sin la menor intención de derramar más sangre y sin siquiera saber que será de sus vidas. Afortunadamente.

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