domingo, 9 de agosto de 2015

ANTES DEL FUEGO...CINE COLOMBIANO



ANTES DEL FUEGO...CINE COLOMBIANO

Por: Carlos Alberto Campos



Laura Mora
(imagen de ficcifestival.com)
Antes del fuego es una película colombiana  y al mismo tiempo es una invitación a tratar de entender, en medio de diferentes y confusas versiones, la realidad que hizo posible el crimen que sacudió al país hace ya casi 30 años: la toma y la retoma del palacio de justicia. Conocer e interpretar por qué la desinformación a veces fundamenta la versión oficial de lo que pasa en Colombia, es una de las tareas de este relato audiovisual de la joven directora Laura Mora y de la productora Laberinto.

(imagen de gustavoforeroquintero.com) 
Los hechos del Palacio de Justicia, sucedidos el 6 de noviembre de 1985 y atribuidos a un comando armado del movimiento insurgente M-19, han despertado durante años todo tipo de reacciones y señalamientos. Algunas personas cuestionan el accionar de la fuerza pública para frenar el asalto y tomar el control del lugar, y otros, naturalmente, condenan el acto terrorista del grupo revolucionario al tomar como rehenes no solo a los miembros de la Corte Suprema de Justicia y a personajes del acontecer político de entonces, sino también a las llamadas “personas del común”  -esas que por cosas del destino trabajaban o se encontraban en el lugar, ignorando que serían protagonistas de la lamentable forma de proceder de algunos colombianos- en este caso de quienes ese día portaban las armas; daban las órdenes y las ejecutaban, ya fuera desde la Ley o en contra de ella.

La convulsión política que desde entonces como ahora, se vive en el país, se percibe en
Luis Fernando Hoyos
(imagen tomada de: m.pulzo.com)
una 
atmósfera bien lograda gracias a los componentes técnicos y narrativos que le dan vida a esta obra. La iluminación y el tratamiento del color crean un contraste tensionante entre ambientes cálidos y de relativa confianza que luego se cambian por la intriga que despiertan las imágenes de aspecto gris y frío. Algunos registros  dan la impresión de estar viendo la televisión de la década de los ochenta. Desde el principio somos asaltados por la intriga y poco a poco vamos descubriendo con desconfianza las actitudes opuestas que pueden tener dos integrantes de un mismo equipo. Nos encontramos con personajes que representan lo que se puede resumir de la siguiente manera: un periodista que encubre y un periodista que descubre e investiga; un militar guerrerista de oscuro proceder y un  militar patriota; un político oportunista e indiferente y un político ingenuo y al mismo tiempo víctima.

El montaje es otro factor fundamental en la emoción que genera esta historia. Desde el comienzo se adelanta lo que ya como testigos de nuestro país sabemos: la toma será un hecho. Sin embargo, la ágil secuencia narrativa con la que se avanza  hacia lo inevitable, pone al descubierto lo contradictorio; la paradoja que enfrenta la justicia cuando existe el negocio de la guerra, dejando de esta forma claro que la toma del Palacio fue algo anunciado.

Todo esto encarnado en las actuaciones de Luis Fernando Hoyos, Mónica Lopera, Jairo Camargo y Christian Tappan, entre otros, quienes de momento en momento nos sorprenden con diálogos excepcionales que dejan ver lo que subyace en nuestra realidad; haciendo una película con un trasfondo muy vigente en nuestra sociedad y urgente de atender por las actuales generaciones de colombianos.


(imagen de www.soopnest.com)
Antes del fuego hace en el cine uno de los más grandes homenajes a las víctimas de la toma del Palacio de Justicia. La película entrega valiosas pistas sobre el complot y sobre los distintos responsables quienes permitieron esa confrontación armada y su desastroso desenlace. También se convierte en una invitación a hacer uso libre de la desconfianza para analizar y reinterpretar una situación tan irracional como la que favoreció  que un grupo subversivo se tomara el Palacio de Justicia y que el Gobierno y el Ejército Nacional, en aras de tomar el control del lugar, no hicieran un alto al fuego para preservar la integridad de su propia gente, dando como resultado la muerte de más de setenta colombianos  y de otros más que desaparecieron sin dejar rastro.

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