Por: Carlos Alberto Campos
El nativo se mueve por la
selva cuidadosamente; él sabe que le han quitado algo, pero su conciencia le
alerta que aún le podrían arrebatar mucho
más. Sus tierras, las tierras de sus ancestros y del universo han sido
visitadas por hombres que no se comparan con las bestias y que desconocen su territorio como desconocen el valor de la
vida. La indeseable presencia de los visitantes y el color diferente de su piel
se grabaron en la memoria del nativo como la imagen de un pueblo capaz de hacerse daño a sí mismo y a sus semejantes;
mientras transitan un camino de muerte, destrucción y sometimiento que optaron trazar.
(imagen tomada de elantepenultimomohicano) |
El abrazo de la serpiente,
obra del arte cinematográfico, de origen
colombiano, no es una mercancía, y logra ser más que la joya de una corona. Es el
resultado del trabajo consciente de un director y de una producción, motivados
por conectar ese relato primitivo tan desconocido y tan olvidado por el público
colombiano sobre su propia realidad; la realidad de su origen, y su repercusión
en la situación actual, por lo menos en lo que a grupos étnicos, identidad y
recursos naturales se refiere. Relato que sobrepasa los límites de la ficción y
que pese a reflejar de alguna forma algo que hoy día ocurre a lo largo y ancho del país, es
fácilmente silenciado por la inmediatez de
cuanto espectáculo permea el acontecer nacional: basta con seguir cualquiera de
nuestros noticieros para identificarlo.
La película, basada en las
notas tomadas por los exploradores Theodor Koch-Grunberg, etnólogo de orígen
alemán y el botánico estadounidense Richard Evan; quienes con 40 años de diferencia en sus travesías por la selva del Amazonas conocen al chamán Karamakate, se convierte en una interpretación
de la relación de la cultura occidental con un mundo de saberes indescifrables
encontrados en América. Esta vez, gracias a su director, Ciro Guerra, esta
relación es concebida, no desde los mismos imaginarios occidentales ampliamente
desarrollados por el cine y la televisión convencionales, sino descritos por
medio del espíritu ancestral de los mismos nativos del Amazonas y por toda la luz de
su universo, que como espectadores presenciamos en la oscuridad de la sala de cine.
Imagen tomada de www.14ymedio.com |
Desde que el cine colombiano
dejó de apostarle al lenguaje televisivo como única vía para atraer público a
las taquillas y recuperar la enorme
inversión económica que implica hacer una película, hemos avanzado a pasos
colosales en el encuentro y desarrollo de nuestras propias narrativas. Esta
‘nueva’ forma de concebir la cinematografía nacional no es reciente y ha sido
demostrada por obras que apenas han pasado por las salas de exhibición del país
pero que al igual que El abrazo de la serpiente se han
llevado todos los elogios y reconocimientos por públicos extranjeros. Esta película ha sido catalogada como una de las diez mejores películas del festival de Cannes, evento en el que, luego de recibir la ovación de diez minutos por parte de los 1.500 espectadores que vieron su estreno el pasado 15 de mayo, recibió el Premio Art Cinema Award a mejor película en la Quincena de Realizadores, dada la
calidad y el empeño que le imprimen sus realizadores por compartir con el mundo
las verdaderas obras de arte del cine colombiano.
Que esto se ponga en duda o
no, ya es un asunto de gustos, aunque en
algunos casos, para reconocer los logros de nuestra cinematografía, la condición es de
estar o no bien informados…