La historia nos ha demostrado
lo costoso que resulta habitar un país de contrastes cuando no se entiende lo
que esto significa; cuando la libertad -de esa que tanto se habla a
conveniencia- se experimenta como una invitación a diferenciarnos de quienes
transitan por la desgracia, y a sobrepasar con olvido la tragedia del momento.
Por eso se dice que el colombiano es un ser feliz, aunque es más sencillo sugerir
que es porque le gusta bailar.
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(tomado de Cinemateca Distrital) |
Somos calentura, la
nueva película del caleño Jorge Navas (La sangre y la lluvia), es
una producción que le arrebata a la tragedia la posibilidad de resurgir, cuando
se entiende que no existe mejor instrumento para confrontar la adversidad que
descubrir el esplendor de la vida a través de nuestros propios cuerpos; de
nuestros propios pasos, ritmos y sonidos. Ser talentosos y haber nacido en
Buenaventura, una zona desahuciada por el Estado, donde la riqueza y la miseria
contrastan al ritmo de las olas del Pacífico, convierten a un grupo de
bailarines en héroes capaces de darle la espalda a la violencia usando el arte
como la mejor forma de resistir; algo, por supuesto, heredado de sus
antepasados africanos desde los tiempos de la colonia.
Buenaventura, el puerto
marítimo colombiano, ruta predilecta de narcotraficantes, hace gala de todo
tipo de manifestaciones y fenómenos socioculturales durante los 104 minutos de
la película, Allí se escucha la marimba, que, a través del abuelo de uno de sus
protagonistas, da la apertura a la moderna fusión musical que se disfruta en
medio de ritmos afroamericanos, latinos, y en general urbanos.

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Jorge Navas (tomado de Revista Diners) |
Mantener el ritmo es de vital
importancia para quedarse a vivir o para estar decididos a morir en un país de
contrastes. Cambiar de ritmo se vuelve importante cuando se lleva en la sangre
el poder y la necesidad de ser distintos.