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domingo, 10 de diciembre de 2017
domingo, 24 de septiembre de 2017
ARMERO SIN INDIFERENCIAS
Por
Carlos Campos
Años
atrás, un reportaje de televisión anticipaba detalles sobre la que sería una de
las películas nacionales más esperadas por públicos de diversas edades, quienes
de alguna manera conocieron uno de los desastres más grandes que ha soportado
Colombia y que tuvo lugar a mediados de los años 80: la tragedia de Armero. El
panorama mediático despertó la emoción de quienes vemos en el cine, y en el
arte en general, la posibilidad de narrar y redescubrir nuestras propias
vivencias, esta vez con una cuota muy particular resumida en dos interrogantes
¿cómo podría llevarse una historia de esta magnitud al cine, y, quien se
encargaría de lograrlo?
Armero, la película del director santandereano Cristian Mantilla, se estrenó
en las salas de cine luego de una espera trascendental de más o menos 7 años,
que implicaron grabaciones en Bucaramanga, no contar con el apoyo del
departamento del Tolima; tener que asumir elevados costos para la realización
de efectos especiales, y todos los retos que asumió su equipo humano para
convertir una conmovedora historia real en una obra audiovisual de 97 minutos
de duración.
Christian Mantilla / Director foto de: www.vanguardia.com |
La tragedia donde la erupción del volcán nevado del Ruiz originó una
avalancha de lodo que sepultó todo un municipio durante una madrugada de
noviembre de 1985, y que ya había sido anunciada por organismos de prevención,
es llevada al cine a través de la historia de amor de una pareja de esposos
humildes, habitantes de Armero, y narrada a partir de formas clásicas y
tradicionales del cine que logran una pronta conexión con el público común.
Da
gusto encontrarse en la pantalla con personajes que destacan las
características y costumbres de los habitantes de nuestros municipios, en sus expresiones,
rasgos físicos y sus labores diarias. Todos liderados por la exótica belleza de
la actriz Yuliet Flórez y por el sorprendente regreso de Benjamín
Herrera, quien de niño se hizo popular por su personaje de Ramoncito en la
serie de televisión "Dejémonos de vainas". En el elenco también
participan grandes de la televisión como Aida Morales, Walter Ardila, Alejandro
Buenaventura, Nórida Rodríguez y Toto Vega, en muy sentidas interpretaciones de
personajes secundarios, varios de los cuales fueron claves en el desarrollo de
la tragedia.
Armero
da como resultado inicial un ambicioso proyecto cinematográfico que además de
encarnar un homenaje a las víctimas de este fenómeno natural, representa la
indiferencia y el equivocado manejo del poder de una clase política que basa
sus intereses
económicos en la producción agrícola, paradójicamente, desatendiendo
las vidas de las
personas que la realizan día a día. El cine, como algunas empresas, desarrolla
La nobleza del que tiene que aprender a hacer mucho con muy
poco; este es el
caso de Cristian Mantilla y su película, la cual se posiciona
como la más
reciente película nacional que le gana en taquilla a producciones
hollywodenses durante el fin de semana de su estreno… ¡no se la pierda!
domingo, 27 de agosto de 2017
AMAZONA: A LA NATURALEZA NO SE LE HACEN RECLAMOS...
por Carlos Campos
La aparente fascinación del
hombre por la naturaleza se multiplica cada vez que este se aleja de su propio
estado natural. Se configura en un espejismo mediado por las superficies que la
cultura y la sociedad han colocado sobre sus hombros, provocando una necesidad
casi vital de explorar su propio origen y de volver a donde quizá nunca recuerda
haber estado. A la naturaleza se le llama madre y, como con cualquier madre,
siempre se pretende que destine lo mejor de sí para sus hijos. Pero,
aparentemente, este no es el caso de Valerie Meikle, una inglesa de 80 años,
radicada en la selva colombiana; madre de 4 hijos, incluyendo a Clare Weiskopf, esta última quien -con su corazón delante de la cámara-, dirige y realiza el documental Amazona
como una forma de reencontrar la particular naturaleza de su madre.
Val y Clare imagen tomada de semana.com |
La historia de Valerie -Val- es fácilmente narrada por su hija Clare. Con la grabación de esta película
visita a su madre que está en la Amazonía para confrontar frente a sus raíces
la llegada de su primer hijo. Esta situación la lleva al límite de querer
entender el motivo por el cual su mamá se apartó del mundo renunciando a vivir
con el condicionamiento que el instinto y los estereotipos familiares y
femeninos le hubieran asignado a cambio de disfrutar de un confort prestado.
Sin embargo, la historia de Val, esa que no depende del ni del pasado ni del futuro
es contada por ella misma con la vehemencia de una mujer que al igual que la
naturaleza no tiene edad sino fuerza de voluntad.
imagen tomada de elpais.com.co |
La selva se parece a Val; sus
hijos a la ciudad, y en una relación indisoluble, ya sea por compartir el lazo
de sangre o por pisar el mismo planeta, nos mostrarán diversas formas de reinterpretar
el amor de una madre y de desvalorizar el sacrificio por la familia que siempre
se espera que realice incluso sacrificando su propia felicidad. El
remordimiento y la culpa no tienen ningún valor en el mundo de Val. Ella tiene
la suficiente lucidez para alimentar una serpiente con un par de gatos recién nacidos
de su mascota que, seguramente, empujarán a su acompañante felina a un innecesario
sacrificio.
Amazona ha
recibido hasta el momento 20 reconocimientos en certámenes nacionales e
internacionales. Es una invitación a contemplar y discutir cómo la vida se abre
paso tornándose como un regalo dado por un desconocido que, según las
circunstancias en las que se reciba, indicará el desafío que habrá de asumir
aquel a quien le correspondió abrirlo. Son 82 minutos de una técnica de
narración que reivindican la emoción que cualquier espectador quiere encontrar
frente a la gran pantalla y que el cine documental de cualquier parte del mundo
alcanza a lograr cada vez que se aventura a demostrar que la realidad es más
inquietante que la ficción.
martes, 14 de marzo de 2017
LA MUJER DEL ANIMAL - ¿USTED QUÉ HACE VIENDO PELÍCULAS DE ESAS?
Por Carlos Alberto Campos
Doce años atrás, Víctor Gaviria
presentaba su tercer largometraje avivando esos atributos negativos que, a
juicio de “la mayoría”, su obra le había insuflado al cine colombiano. Pasó más
de una década desde que Sumas y restas llevó a las pantallas
la cotidianidad de los negocios “torcidos” de Medellín de los años 80; luego de
que La vendedora de rosas, a mediados de los años 90, nos había
mostrado el porvenir de una niñez sin derechos, seguida de su primera aparición
en la gran pantalla con Rodrigo D no futuro y los cantos de
una juventud condenada a la muerte prematura. Víctor Gaviria reaparece en 2017
con La
mujer del animal, una película que al igual que sus predecesoras desafía
la mirada y los comentarios de ajenos y espectadores,
obligándonos a mantener la vista frente a una pantalla que -en el caso de su cine- no fue diseñada para soñar
sino para enseñarnos a reflexionar a partir de un mundo que desconocemos, que
nos incomoda y que nos negamos a aceptar.
"Amparo" (imagen tomada de radionica.rocks) |
La mujer del animal está
basada en hechos reales y concretos, aunque por momentos uno no pueda creer que
sea cierta tanta violencia de género y que una mujer no sea capaz de reaccionar
y buscar alguna salida para su martirio. La mujer del animal está protagonizada
por actores naturales, aunque uno no termina de asombrarse al ver todo el
profesionalismo que consigue Gaviria con habitantes de las comunas de Medellín;
actores que encarnan a personajes que parecieran haberlos dotado de vida y no
al contrario. Es tal la precisión y el desarrollo consecuente de este drama que
uno termina apasionándose con la forma de ser de cada uno de sus protagonistas,
tanto de héroes como villanos. La mujer del animal no es sólo una
película: es un manifiesto descarnado de lo que le puede pasar a una mujer, de
cualquier edad o condición social, en un mundo que la impulsa o la obliga a “ser
la mujer de alguien”.
Víctor Gaviria (imagen de Publimetro.co) |
Víctor Gaviria regresa a sus
espectadores fortaleciendo el compromiso social de su narrativa que, sin lugar
a dudas, generará otro avance para el cine colombiano, justo cuando el mundo ha
diversificado sus formas de expresión y el boom mediático pareciera haberse
fusionado con la participación. Hoy en día muchas personas pueden reclamar,
hacer ruido y exigir que se respeten sus derechos incluso de forma viral y
tendenciosa. No obstante seguirá existiendo esa gran cara de la sociedad que no
conoce ni de derechos, ni de dignidad, ni de medios y que, en consecuencia, a
la misma sociedad no le gusta premiarle con la falsedad de su simpatía, pero
que, gracias al cine que hace Víctor Gaviria, tenemos la oportunidad de
acercarnos un poco más a ella. Valió la pena esperar su más
reciente película.
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